Una falda larga, muy larga, casi como hábito de monja, color café, tenis y blusa blanca, y cubre bocas negro, quizás eso contestaría Debanhi, ante el cuestionamiento que se hace siempre en las barandillas de la policía cuando una mujer se atreve a denunciar una agresión, a pedir ayuda; pero “la ropa que llevas puesta no es una invitación a un ataque, ni una forma de consentimiento a algo no deseado” cita la ONU en una desgarradora exposición en su edificio sede de Nueva York.
¿Qué llevabas puesto? Es la muestra que presenta a más de 100 maniquíes portando la vestimenta de sobrevivientes de violencia sexual. Es una iniciativa que resalta, que ésta y otras preguntas ofensivas, re victimiza a las víctimas, responsabilizándoles o culpándolas del delito cometido en su contra.
No es la primera en su tipo, pues existen registros de universidades y otras instituciones que ya han expuesto así el este tema, pero aún falta mucho por hacer.
Con esta misión de la organización civil de Estados Unidos, Rise, junto con la iniciativa Spotlight de la ONU, se confirma la presencia de la violencia sexual en todas las naciones, y remarca que la ropa que lleva puesta una víctima no debe tener relación con la investigación de un crimen atroz. “La violencia sexual es un problema universal que exige un mayor reconocimiento internacional”.
Sobre estos delitos, la Organización Mundial de la Salud, estima que el 35 por ciento de las mujeres en todo el mundo, con son más de un tercio de la población mundial, hemos experimentado alguna forma de violencia sexual. “La violación es una epidemia. La ropa es irrelevante, nunca es una invitación a la violencia y no provoca ataques. Los perpetradores sí”, sustenta la OMS.
Con la presencia de varias de las víctimas, que narrar sus historias, la galería es un simbolismo internacional, que llama a la reflexión sobre la “realidad visceral y mundana de la agresión sexual”; en la exhibición también se presenta la vestimenta de un menor de dos años, lo que demuestra la diversidad de personas que son agredidas.
Algunas fotos y videos de la exposición son visibles en la web de la organización de las naciones unidas; “un vestido azul, medias negras y botas, eso traía puesto, la noche que me drogaron, que me violaron y me dejaron sola paraqué me muriera” cuenta Jessica en el pódium mundial, y describe las preguntas incomodas que le hizo la policía, “¿que estabas bebiendo o estabas bailando?, ¿estabas sonriendo demasiado?”.
“No puedo cambiar lo que paso esa noche, pero puedo trabajar para cambiar el sistema y que nadie vuelva a fallar”, dice otra sobreviviente, Carril; “esta es nuestra historia, es una historia colectiva de superación, y nadie es invisible cuando exigimos ser vistas” expresan las mujeres que salen del anonimato para luchar por todas.
La exposición que inicio con cinco prendas, y que ahora suma 103 que representan a 1 mil 300 millones de personas sobrevivientes a agresiones sexuales de todo el mundo, visibiliza la amenaza de una violación sexual que se cierne siempre sobre todas las mujeres y pretende motivar la conversación y conciencia colectiva para frenar el delito.
“Imagina soportar un ataque sexual aterrador. Lastimada y conmocionada, relatar lo sucedido a un policía solo para que te den la vuelta y te pregunten: ¿Qué llevabas puesto?”, imagínate eso, es la petición de las valientes sobrevivientes que buscan cambiar la historia.
“La culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía”, es el estribillo que desde 2019 suena en las manifestaciones feministas, El violador eres tú; pero hay oídos sordos. La justicia sigue misógina, tardía y omisa, por ello es urgente un cambio estructural en su impartición, cambiar la visión machista y lo que se pide a voces, combatir la impunidad.
Y sí, como sociedad aún cuestionas como camina, viste, calza, bebe, danza o habla la víctima, eres parte del problema.
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