Además de los pasajeros que llegan al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) con boleto en mano para un vuelo, otro puñado de curiosos acude para conocer el nuevo aeropuerto y sus atracciones.
La zona cultural del AIFA, ubicada en la Base Militar de Santa Lucía, está compuesta por un espacio con aeronaves viejas, de puertas abiertas para recorrerlos por dentro; el Museo del Mamut, que en sus seis salas expone 230 huesos rescatados en la zona, y un área de cafeterías sobre trenes de la Revolución, que abrirá hasta la próxima semana.
Dicho espacio lució este miércoles con más visitantes que los pasajeros con boletos listos para volar desde la terminal aérea, que se ubica a 3 kilómetros de ahí, donde por ahora salen seis vuelos al día.
Desde este miércoles comenzó a funcionar un camión que cada media hora hará la ruta entre la terminal del aeropuerto hasta el Museo del Mamut, lo que para muchos es el principal atractivo del AIFA.
Durante el lunes y el martes, tras la inauguración, los visitantes llegaban pensando que los mamuts estaban ahí, a un paso de las escaleras eléctricas, pero se llevaban la sorpresa de que tenían que pagar un taxi interno de 150 pesos o regresar dos estaciones en el Mexibus y caminar tres kilómetros desde la entrada principal de la Base Militar, sobre la carretera federal México Pachuca.
Este miércoles, muchos entraron todavía a pie desde la carretera, como Dafne Espinosa, que cargaba a un niño de un año y agarraba de la mano a otro de dos, mientras otro más de tres la seguía emocionado. Su abuelita cargaba a uno de sus sobrinos de un año y medio.
"Es bonito pero sí está algo lejos. Es caminar bastante. Llevamos caminando una media hora, más o menos, y sí está muy lejísimos de la entrada", dijo Dafne, ya parada en las escaleras de un viejo avión Hércules de la Fuerza Aérea Mexicana. Por la mañana había ido a la terminal aérea.
"Sí hay más gente aquí que allá, pero es que allá está empezando y ahora sí que además hay que pagar, digo, para volar", añadió.
Los visitantes buscaban agua o un refresco en el área cultural, que se inauguró desde el 10 de febrero, pero las cafeterías aún no estaban abiertas. Así que los militares los enviaban al centro comercial de la ciudad militar. En el primer piso del Museo Militar de Aviación (Muma) hay una cafetería atendida por militares, donde por un café soluble cuesta 30 pesos y no dan Ticket ni factura.
"Me llamo Roberto y tengo 7, no, 8 años y soy de Tecamac y ya me subí a todos los aviones que existen, al de aquí y al de allá y al de allá y tuve que tener cuidado porque había muchos botones", dijo Roberto García Hernández, que estaba al mando de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana destartalado.
Su mamá, un ama de casa que lo llevó de la mano, agregó que está muy agradecida.
"Me da mucho gusto que por fin podamos conocer un avión por dentro", dijo.
Cerca de las cuatro de la tarde, a la hora del cierre de los museos, el camión de asientos aún forrados con plástico se llenó con unas 80 personas que querían llegar hasta la terminal aérea. Hicieron fila y cruzaron una zona de tolvaneras que oscurecieron por completo las ventanillas, lo que causó gritos de sorpresa.
"La verdad es que los aviones se van medio vacíos", confió un trabajador ya en la zona de documentación de la terminal, donde se oye la bienvenida desde los altavoces junto con el martilleo de los obreros que siguen trabajando en todas partes.
A esa hora, la pantalla de vuelos ya está vacía. Encendida pero sin ninguno vuelo de salida o llegada. Un día antes, el vuelo 4410 de Viva Aerobús llegó con 90 de 180 asientos vacíos. El número 890 de Aeroméxico, llegó de Villahermosa con 57 asientos vendidos de los 108 disponibles.
"Es que esto está comenzando", dijo la encargada del módulo de información, una señorita de traje negro muy amable. "
"La gente viene a conocer, aunque no pueda volar", dijo.
Una mujer le preguntó dónde estaba la Piedra de Sol que salió en las noticias.
"Está adentro, pero ahí solo se puede pasar con boleto", le respondieron.
"Ah, hay que pagar para verla", reprochó la visitante y en compensación le sugirieron ir a la zona cultural. Allá hay mamuts y aviones destartalados. Aunque sería al otro día, porque la entrada es de
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