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domingo, 30 de septiembre de 2018

LOS "GRINGOS" del '68,"ARROZ de TODOS los MOLES"...las manos que movían la cuna.

¿Fueron los comunistas cortina de humo? Lo que llevó a la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 sigue teniendo tantas lagunas como las que existen aún sobre cómo comenzó el tiroteo en la Plaza de las Tres Culturas. En aquellos meses, varios miembros del Consejo Nacional de Huelga (CNH) afirmaban que la CIA y el FBI se encontraban detrás de la acción represiva del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y que eran quienes ordenaban qué hacer y cómo hacerlo. 
Pero documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos cuentan otra historia. Uno de ellos es un memorando del entonces embajador Fulton Freeman a Walt Rostow, a la sazón consejero de Seguridad Nacional del presidente Lyndon B. Johnson, el 14 de octubre de ese año. Un alto funcionario de la Secretaría de Gobernación le dijo a la Embajada que tenían “evidencia sólida” de que las embajadas soviética y cubana ayudaban al CNH. Freeman escribió que la embajada no tenía prueba de ello, ni sabía en qué se apoyaba Gobernación, pero reconocía que “ha habido un involucramiento considerable de grupos ligados a países comunistas y a individuos que han viajado a la URSS o a Cuba, que claramente han tenido influencia en la formulación de las demandas de los estudiantes que cambiaron su énfasis inicial a temas como la liberación de presos políticos y derogación del artículo 145, que establecía el delito de disolución social y que se aplicaba con regularidad contra líderes de movimientos de masas. 
Freeman recordó que Díaz Ordaz le comentó al diputado de Alabama, Armistead Selden, que originalmente el movimiento estudiantil nació sin inspiración comunista, que fue modificándose con el desplazamiento de sus líderes —por presión del propio gobierno, explicó-, por grupos extremistas de orientación mao-castrista-trotskista. Freeman describió lo que parecía ser una lucha entre la vieja línea dura de izquierda con una nueva, extremista, y de ambos con los moderados en el CNH. Pero no dejaba de lado grupos ad hoc representando los intereses de políticos mexicanos molestos con Díaz Ordaz. Freeman citó a Sócrates Campos Lemus, uno de los líderes del Movimiento Estudiantil, quien cambió de las denuncias de injerencia extranjera a la posible culpabilidad de funcionarios de gobierno en los hechos. Esta historia aún no termina de documentarse, pero ayudó a que Luis Echeverría, que no era el delfín de Díaz Ordaz, se quedara con la Presidencia.
2O. TIEMPO: ¿Quién disparó primero? El telegrama de Fulton Freeman, embajador de Estados Unidos en México, que llegó a manos del consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Walt Rostow, decía: “Es probable que el gobierno hubiera permitido a los estudiantes reunirse el 2 de octubre en Tlatelolco, porque tenía razones para esperar que muchos de los elementos extremistas y del liderazgo estarían presentes, y parecía muy claramente que se habían hecho los preparativos para detener cuando menos a los dirigentes. Parece probable que a la luz de la discusión previa de que el gobierno prefería lograr esto con un mínimo de violencia, aunque no es del todo preciso, estaba preparado para usar la fuerza en cualquier grado que fuera necesaria para lograr este objetivo”. Añadió: “Es igualmente claro que numerosos estudiantes extremistas bien armados se ubicaron cuidadosamente en cuando menos tres de los edificios que rodeaban la Plaza de las Tres Culturas”. Freeman señaló que “fuentes usualmente confiables y observadores en el lugar varían grandemente y frecuentemente se contradicen sobre quién disparó los primeros tiros. 
La evidencia preponderante parece indicar que los primeros vinieron dentro o desde un departamento en (el edificio) Chihuahua. Si fueron estudiantes extremistas o miembros de seguridad vestidos de civil, sigue siendo un punto a discusión… Quizás la duda sobre quién disparó primero jamás será resuelta”. En todo caso, Freeman descartó que el disparo que hirió al general José Hernández Toledo, quien entró en la Plaza de las Tres Culturas con un megáfono a través del cual pedía que se dispersaran los estudiantes, no provino del arma de ningún militar, lo que contradice una versión de que fueron miembros del Estado Mayor Presidencial, emboscados, quienes le dispararon. En ese mismo telegrama, el embajador se refiere a que por segunda vez la Embajada escuchó de la existencia de una llamada Brigada Olimpia, pero que no estaba conectada con el Movimiento Estudiantil, integrada por personas “del tipo trotskista”. La descripción del origen de ese grupo podría abrir un capítulo nuevo fundamental para entender la mecánica política en 1968, si se revisaran los orígenes políticos que sugirió Freeman.
3ER. TIEMPO: El misterio de la Brigada OlimpiaEl sábado 3 de octubre de 1968, el presidenteLyndon B. Johnson recibió un memorando de su consejero de Seguridad Nacional, Walt Rostow. “El análisis de la CIA que se agrega concluye que las manifestaciones estudiantiles fueron precipitadas por disputas políticas internas, no por una estrategia ideada por los cubanos o los soviéticos”, escribió Rostow, quien también mencionó que el FBI afirmaba que “un grupo trotskista inició los disparos contra la policía y el Ejército desde posiciones preparadas en varios edificios de departamentos y fueron los responsables de la matanza. Se llaman la Brigada Olimpia y presuntamente obtuvieron sus armas de organizaciones extremistas cubanas y guatemaltecas para planear sabotajes durante los Juegos Olímpicos”. 
La Casa Blanca preguntó a la CIA que clarificara lo que había pasado en México y verificara el informe del FBI sobre la Brigada Blanca. La respuesta señala que varios estudiantes de la UNAM habían alertado sobre la creación de la Brigada por parte de trotskistas, conformada en células secretas de tres a cinco estudiantes. “La Brigada planea dinamitar centros de transmisión eléctrica y transformadores en lugares estratégicos en la Ciudad de México para interferir con las Olimpiadas; dinamitar puentes en las autopistas, secuestrar transportes con atletas y capturar a atletas famosos que están participando en los Juegos”. Nunca se ha documentado nada sobre una Brigada Olimpia, pero sí sobre el Batallón Olimpia, pero no como un grupo de estudiantes extremistas, sino como una organización paramilitar integrada por miembros del Estado Mayor Presidencial, la Dirección Federal de Seguridad, la Policía Judicial Federal, la del Distrito Federal y de Inspección Fiscal. Su papel en 1968 fue fundamental como grupo de choque y fueron los protagonistas de la “Operación Galeana” el 2 de octubre, cuando actuaron contra los estudiantes y se identificaban con un guante blanco. Fueron ellos quienes provocaron el enfrentamiento. La Embajada de Estados Unidos estaba bien en la creación de ese grupo, pero sus enlaces con el gobierno, el presidente Gustavo Díaz Ordaz y el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, no les dijeron lo importante: que eran parte del gobierno, al mando del general Luis Gutiérrez Oropeza, para reprimir estudiantes. La información que les suministraron sobre los planes de sabotaje en las Olimpiadas sólo desinformaron a los estadounidenses y desviaron su atención del Batallón Olimpia.

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