Sobre la superficie abrupta y semiárida de Ciudad Victoria, Tamaulipas, se desplaza lentamente un reptil de piel café oscura con pigmentos negros y una corona de cuernos sobre su cabeza. Como método de defensa tiene un escudo de espinas que rodea su cuerpo ovalado de 12 centímetros. Si falla, lo alterna con su arma secreta: un chorro de sangre que lanza por las comisuras de los ojos hasta un metro de distancia en contra de sus depredadores: coyotes, zorros y perros.
El falso camaleón o lagarto cornudo, endémico de Estados Unidos y México, tiene otro sistema de protección: quedarse inmóvil y cambiar al color que asemeja la superficie donde se para. Así se camufla y engaña a sus depredadores. En el país existe otra especie con esta misma característica: la delincuencia organizada, que opera con uniformes originales y apócrifos de corporaciones policiacas y del Ejército para burlar a las autoridades y acechar a la ciudadanía.
En los últimos años, el crimen organizado ha buscado nuevas formas de operar, que van desde el uso de uniformes originales o apócrifos de las fuerzas de seguridad, hasta la cooptación de elementos policiales o del Ejército —en funciones o que han sido dados de baja—, de acuerdo con Simón Vargas Aguilar, consultor en seguridad, justicia, política y educación.
“Es una forma que les permite operar con mayor impunidad (...) Para la delincuencia, usar una patrulla clonada y uniformes les permite moverse y evadir [a las autoridades] con mayor facilidad”, dice el experto.
El lugar donde habita el falso camaleón es Tamaulipas, uno de los estados en donde, de diciembre de 2006 a diciembre de 2015, han sido detenidas algunas de las 2 mil 982 personas en posesión de prendas tácticas presumiblemente de alguna institución policial o castrense, al igual que usurpando funciones públicas con el uso de condecoraciones, uniformes, grados jerárquicos, divisas, insignias y siglas de autoridades encargadas de la seguridad, de acuerdo con documentos de la Procuraduría General de la República (PGR) y de la Policía Federal (PF), obtenidos vía transparencia, en poder de EL UNIVERSAL.
Tan sólo en los últimos nueve años, la PF detuvo a mil 254 personas en posesión de prendas apócrifas. El mayor número se registró en Baja California, con 153; Tamaulipas, 122; Michoacán, 93; Nuevo León, 91, y Chihuahua, 89. En tanto, de las mil 728 de la PGR, la suma más grande la reportó la Ciudad de México, con 529; luego Tamaulipas, con 220; Chiapas, con 210; Jalisco, con 103; Baja California, con 62, y el Estado de México, con 60.
En estas zonas operan Los Zetas y los cárteles del Golfo, de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, de Juárez, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios, entre otros, de acuerdo con el informe 2015: Resumen de la evaluación de la amenaza nacional de drogas, de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Aunque en la Ciudad de México el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ha negado en reiteradas ocasiones que grupos del narcotráfico operen en la capital, a pesar del registro de crímenes recientes en las delegaciones Benito Juárez e Iztapalapa.
Los delincuentes se han convertido en un falso camaleón, pues al camuflarse actúan de manera impune en el territorio nacional, como lo hacían en el kilómetro 34+000 de la carretera México-Veracruz seis personas —dos de ellas mujeres— vestidas con uniformes falsos y credenciales apócrifas de la PF, quienes presuntamente realizaban asaltos a transportistas. Tras una denuncia, fueron detenidas a bordo de una camioneta robada tipo Pick Up, en poder de tres armas cortas, seis cargadores y 61 cartuchos de diversos calibres, en noviembre de 2015.
Vargas Aguilar comenta que ha habido muchas denuncias de personas que dicen: “Es que quien vino a secuestrar a los muchachos o a las personas fueron elementos del Ejército o de la Marina, de la Policía Federal”. Entonces la gente se lo atribuye a la autoridad, “que ellos fueron quienes hicieron el levantón o ese secuestro, y resulta que es el crimen organizado con uniformes apócrifos o en algunos casos originales”.
Clonados u originales
La calma del paisaje montañoso y desprovisto de vegetación se vio interrumpida durante la madrugada, cuando un joven de sudadera negra semidesgastada, con un estampado del videojuego Warcraft, observó que el vehículo de la policía se dirigía hacia él. Corrió e intentó refugiarse en el domicilio con número 6050 de la calle Portal de San Pedro, en el municipio de Aquiles Serdán, Chihuahua, pero fue inútil.
Su suerte y la de sus tres compañeros de una célula del Cártel de Sinaloa estaba echada. Las primeras horas del 7 de octubre de 2014, elementos de la Fiscalía General del Estado realizaban un operativo en la colonia Portal del Valle para dar con su paradero. Los agentes entraron a la casa para su detención. Ahí se les aseguraron armas largas, drogas y equipo táctico: dos uniformes, cuatro chamarras, dos pares de botas y dos chalecos, todos con distintivos de la PF.
Los oficios de esta dependencia registran que se aseguró un total de 5 mil 755 “prendas tácticas, presumiblemente pertenecientes a alguna institución policial o castrense”. Por su parte, la PGR dijo que fueron 10 uniformes apócrifos en el mismo periodo (2006-2015).
A pesar de que no indican a qué corporación corresponden, a través de una búsqueda hemerográfica en internet se halló que algunas de las prendas aseguradas son de policías estatales y municipales, del Ejército, la SIEDO [ahora SEIDO) y la Secretaría de Marina, entre otras, pero con mayor frecuencia de la PF.
Vargas Aguilar explica que esto se da porque esta institución tiene competencia en todo el país, “por eso los delincuentes prefieren clonar uniformes de la PF, porque pueden circular en todo el territorio. En cambio, si clonan uniformes de policías municipales o estatales no pueden usarlos en otras entidades”.
El surtido de prendas viene de talleres en donde se confeccionan de manera ilícita y de tiendas en las que se venden los originales de forma legal. Tan sólo en mayo de 2012, en Piedras Negras, Coahuila, se aseguró un taller clandestino, en donde se hallaron alrededor de 500 camisolas y pantalones de camuflaje y chalecos antibalas clonados, fornituras, pistoleras y porta cargadores. Dos años antes, en Ciudad Juárez, Chihuahua, en un centro comercial se cateó el negocio Tactical Accesorios, donde se incautaron uniformes falsos de la PF y otras instituciones.
Pero no son las únicas formas. Vargas Aguilar asegura que hay tiendas oficiales tanto de las Fuerzas Armadas como de las corporaciones policiales. “Ellos pueden ir a comprar los uniformes oficiales. Esa es otra área de oportunidad para el crimen organizado y la delincuencia común, pues no hay control efectivo sobre ese tipo de ropa y debería haberlo”, señala.
El artículo 250 del Código Penal Federal castiga con prisión de uno a seis años y multa de 100 a 300 días a quien sin ser servidor público se atribuya ese carácter y ejerza alguna de las funciones, mientras que el artículo 250 bis 1 pena con seis años de prisión a quien “distribuya, posea o introduzca al territorio nacional uniformes o divisas de las Fuerzas Armadas o de cualquier institución de seguridad pública falsificadas, los adquiera, enajene o use”. Lo mismo a quien use vehículos con balizaje, colores y equipamiento originales, falsificados o con apariencia de instituciones de seguridad pública.
La delincuencia ha optado por clonar vehículos que presentan logotipos con las características propias de instituciones policiales o castrenses. Los estados que se sitúan en los primeros sitios por ese ilícito, de un total de 60, según la PF, son: Estado de México, con 14; Michoacán, 10; Nuevo León, ocho, y Chihuahua, cinco.
Una forma de combatir estos delitos sería que las autoridades mejoraran la calidad de los uniformes y sobre todo los escudos, con algunos distintivos como hologramas que sean infalsificables, con un candado de seguridad que permita a la sociedad tener la certeza de que la persona que está portando el uniforme es efectivamente un policía o que la patrulla es oficial, considera el consultor Vargas Aguilar.
El lagarto cornudo, que se mimetiza con su entorno para burlar a depredadores, está en peligro de extinción. La otra especie, que se camufla con uniformes de las fuerzas de seguridad y burla a autoridades y ciudadanía, se reproduce aceleradamente desde que el ex presidente Felipe Calderón inició la guerra antinarco.
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