En octubre pasado fueron cuatro de ocho militares
detenidos por el caso Tlatlaya que fueron exonerados por un juzgado federal.
Ahora tocó turno a los juzgados castrenses donde en días pasados se decretó la
libertad del oficial que iba al mando del pelotón y cuatro de sus coacusados.
En el caso de la muerte de los 22 civiles, de los cuales al menos una docena
fueron fusilados, la justicia civil solo procesa a tres soldados, quienes a
decir de sus colegas podrían obtener su libertad en el corto plazo. Pese a la
evidencia dada a conocer en julio pasado, de que existían órdenes expresas de
“abatir” delincuentes, la línea de mando sigue sin ser investigada.
El
teniente Ezequiel Rodríguez Martínez quedó en libertad al cumplir la sentencia
de un año de prisión, por el delito de desobediencia, junto a cuatro coacusados
más que fueron detenidos a raíz de la masacre de Tlatlaya en el Estado de
México, donde 22 supuestos miembros de la delincuencia organizada fueron
abatidos por militares. El oficial de más alto rango detenido el año pasado,
luego de que se conocieron testimonios de cómo sucedieron los hechos, abandonó
la prisión del Campo Militar número uno hace unas semanas después de que el
juez sexto militar, el teniente coronel Jorge Suárez Becerril, decretara
compurgada la pena de prisión que le impusiera.
En
octubre pasado el teniente Rodríguez Martínez fue exonerado por un juzgado
federal junto a tres de sus compañeros por los delitos de ejercicio indebido de
servicio público, abuso de autoridad y encubrimiento. Los cuatro quedaron
libres de los cargos en el ámbito federal, después de que el sexto tribunal
unitario determinó que la PGR había violado sus garantías individuales al no
permitirles hablar con su abogado defensor, además de que nunca les notificó
los cargos por los que habían sido detenidos.
Rodríguez
Martínez se inició como soldado raso a principios de los años 80, en 1995 era
sargento cuando se presentó a examen para entrar a estudiar al Colegio Militar
el llamado Curso Intensivo de Formación de Oficiales de las Armas (CIFOA),
donde durante un año se prepara a la tropa con más aptitudes para desempeñarse
como “técnico militar”.
En
junio del 2014 estaba al mando de un pelotón compuesto por 10 soldados,
patrullaban la comunidad del Limón, perteneciente al municipio de Tlatlaya,
cuando según la versión oficial fueron atacados a tiros desde el interior de
una bodega. Al caer herido uno de los militares que formaba parte del área de
sanidad, el teniente Rodríguez Martínez solicitó instrucciones a la comandancia
del 102 batallón de infantería donde salió la orden de disparar. Los soldados
abrieron fuego y, a decir de una testigo, los individuos que estaban dentro del
lugar al poco tiempo se rindieron. No hubo clemencia y según peritajes
posteriores, entre ocho y 15 víctimas fueron asesinados a quemarropa.
Con
la liberación de los cinco militares encabezados por el teniente Rodríguez
Martínez, el caso Tlatlaya en el fuero de guerra tiene solo a tres detenidos,
de ocho que inicialmente fueron consignados en septiembre del año pasado. La
PGR acusó a estos tres soldados de homicidio, delito por el cual son procesados
en un juzgado federal.
“Hicieron su
trabajo”
Los
ocho militares acusados por el caso de los 22 individuos abatidos en una bodega
de la comunidad del Limón, en el municipio de Tlatlaya, simplemente hicieron su
trabajo que les fue ordenado, señalaron abogados litigantes y militares del
servicio de justicia militar que siguen el caso en el fuero de guerra. De estos
solo quedan detenidos tres, acusados de homicidio, quienes podrían estar en
situación de abandonar la prisión en el corto plazo de confirmarse los recursos
legales que su defensa interpuso.
La
historia de la masacre de Tlatlaya tuvo su versión en los tribunales militares.
Desde que se inauguró el cuartel del 102 batallón de infantería en el año 2010
en Santa María Ixtapan, en el municipio de Tejupilco en la Tierra Caliente
mexiquense, la actividad operativa se incrementó en la zona. El área está
considerada de tiempo atrás como salida natural de las poblaciones de Guerrero
que conectan con Michoacán. Es una zona de tránsito de droga, de disputa por el
control territorial y de presencia de diferentes organizaciones criminales.
Durante los primeros meses del año 2014, este municipio junto a Tlatlaya
estaban considerados focos rojos en secuestros y extorsiones.
Ese
era el contexto cuando el gobernador Eruviel Ávila solicitó apoyo al presidente
Enrique Peña Nieto. El jefe del Ejecutivo mandó llamar al general Salvador
Cienfuegos Zepeda quien dispuso se redoblara la presencia y el patrullajes
castrense en la zona, según fuentes militares.
Parte
de la orden de operaciones, dada a conocer en julio pasado por el Centro de
Derechos Humanos Agustín Pro, decía que “las tropas deberán operar de noche en
forma masiva y en el día reducir la actividad a fin de abatir delincuentes en
las horas de oscuridad, ya que el mayor número de ilícitos se comenten en ese
horario”.
Con
el objetivo de “abatir” especificado, el Centro Pro aseguró que los militares
tenían órdenes expresas de matar, como ocurrió aquella noche en la bodega de la
comunidad del Limón, en Tlatlaya. Pese a que existía esa disposición, que venía
del secretario de la Defensa hacia la comandancia de la primera región militar,
con jurisdicción en el centro del país, la cual canalizó a la comandancia de la
22 zona militar que abarca esa zona del Estado de México y llegó al cuartel del
102 de infantería, la línea de mando hasta el momento no ha sido investigada
judicialmente.
En
el proceso en juzgados federales que se sigue a los tres soldados acusados de
homicidio, testigos de la comunidad han declarado en varias ocasiones y han
identificado a las dos mujeres detenidas, presas en el penal federal del Rincón
en Nayarit, como las personas encargadas de alimentar a las personas que
secuestraba la banda que operaba en esa zona, y cuyos presuntos integrantes
fueron abatidos aquella noche por el ejército.
Sobre
este argumento es como la defensa de los detenidos ha armado su estrategia
legal que podría ponerlos en la calle en los próximos meses. Se trató de un
caso donde hubo órdenes superiores, las cuales la tropa solo obedeció.
Fuente.-Juan Veledíaz
@velediaz424
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