La toma de decisión en Los Pinos funciona sobre una
racional invariable: todo problema del gobierno es una tormenta pasajera. Si el
país se convulsiona por el asesinado de 43 normalistas, ya se cansarán de
marchar y protestar. Si las críticas sobre la política económica son
devastadoras, es un mero problema de los ricos y los grupos de interés
afectados. Si los críticos en la prensa piden que el presidente retome el rumbo
de su gobierno, les dicen que no oyen a la gradería. Si los cercanos al
presidente, cuando logran que los escuche, le mencionan lo que sucede en las
calles mexicanas, les cambia la conversación, desestima sus observaciones y
responde, para cerrar la plática: “Tenme confianza”.
El México de Peña
Nieto no es el México que ven muchos otros, incluidos miembros de su gobierno y
el PRI. Sus diagnósticos, elaborados por ese mismo grupo enconchado, veta las
opiniones de otros -incluidos miembros del gabinete-, y sigue repitiendo los
errores que, sin embargo, ve como aciertos tácticos y estratégicos. Un
secretario de Estado confió que en dos ocasiones que opinó en reuniones del
gabinete sobre un tema que le concernía, recibió como respuesta del grupo
íntimo del presidente una descalificación tan grande como grosera, y no volvió
a tomar la palabra. Otro secretario se queja que hay decisiones que le competen
a él, de las que se ha enterado por la prensa.
La endogamia
presidencial ha provocado que varios de los temas que han puesto de cabeza al
presidente Peña Nieto, sean procesados como parte de esas tormentas que con el
tiempo, creen, pasarán. Pero la vida pública no es tan simple y hay temas, que
aún si bajan de intensidad y beligerancia, no desaparecerán. Sobretodo, si hay
una reiteración, por descuido, desaseo, cinismo o, peor aún, por la prepotencia
de que como nada pasa, todo se puede. Este jueves, el presidente volvió a caer
en esta dinámica de la que piensan en Los Pinos son inmunes.
Un amplio
reportaje de mil 817 palabras –siete páginas de computadora- publicado en
el periódico más influyente del mundo, The New York Times, retoma lo que creían
saldado en Los Pinos, el tema del conflicto de interés presidencial. Para ello
tomaron el caso particular de Armando García, un comunero en San Francisco
Xochicuautla, en el estado de México, que para evitar que una carretera cruzara
por su propiedad, ubicada en una reserva natural, peleó en tribunales y
organizó protestas. Nadie le hizo caso a la ley y cuando protestó lo
encarcelaron.
El ángulo que llevó al Times a poner a disposición
de millones de personas en el mundo lo que sucede en México, es que el
desprecio de la autoridad por la ley tiene como base que el contratista de la
obra es Juan Armando Hinojosa, presidente del Grupo Higa. Después de años de
batallas, dice el rotativo, el presidente Peña Nieto firmó una orden ejecutiva
este mes para expropiar una 36 hectáreas de lo que consideran los comuneros
como una “tierra sagrada”.
En la historia de García está el
legado que, quiera o no, marcará parte del gobierno de Peña Nieto. El Times de
Nueva York recuperó las acusaciones de conflicto de interés en contra del
presidente y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, que compraron casas a
través del Grupo Higa, la llamada casa blanca, y la casa de campo en Malinalco.
“Después de una tormenta de acusaciones de que el presidente y su secretario de
Hacienda… estaban recibiendo favores especiales de un contratista que gana
lucrativas licitaciones públicas, Peña Nieto se defendió y dijo que no había
conflicto de interés”, apuntó. Ni el presidente ni su círculo íntimo han sido
acusados de ningún delito, dijo el diario, lo que no deja de ser un tema
altamente controversial.
No parece ser polémico para el
presidente, narraron las corresponsables del periódico, porque nombró para
investigar si había una ilegalidad en la asignación de obras al Grupo Higa, a
Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública, abogado en el equipo de
transición y amigo de años del grupo en el poder. Al conflicto de interés se le
sumó, como tantas veces se dijo en los medios en estos meses, un nuevo
conflicto de interés.
La publicación en el Times es significativa
no tanto por el hecho en sí mismo de mantener el tema vivo, sino porque hay
abogados o grupos afectados por este compadrazgo presidencial vigente, que empiezan
a tocar otras puertas para la denuncia. La percepción generalizada y creciente
que en Los Pinos llevan a cabo actos claros y enérgicos de censura de prensa,
empieza a llevar a los grupos de interés mexicanos, molestos con el gobierno, a
buscar otras salidas para sus denuncias, socializando a nivel internacional
este fenómeno exacerbado.
The Wall Street Journal fue el que
reveló la casa de campo de Videgaray. Ahora el Times retomó, a partir de una
nueva acción preferencial del presidente a “su constructor preferido”. El tema
del conflicto de interés no se va a detener. En Los Pinos le dijeron al Times
que cualquier duda sería aclarada por la Función Pública; Videgaray guardó
silencio. Andrade va a difundir un reporte donde, pocos dudan, liberará al Grupo
Higa de privilegios en las licitaciones, y al gobierno de conflicto de interés.
Legalmente será saldado. Políticamente, la percepción de corrupción, habrá
irreversiblemente manchado esta administración.
Fuente: rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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