martes, 12 de junio de 2018

MEXICO: VICTIMAS del TERREMOTO y LUEGO del DESAMPARO EXPUESTAS al "TURISMO de DOLOR"...viviendo a la vista de todos.



En la memoria de Griselda Hernández Córdoba y de Pau hay dos cosas que nunca olvidarán: esa tarde del 19 septiembre del año pasado en la que salvaron la vida mientras su apartamento se caía en pedazos.

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El otro momento sucedió meses después, cuando una mujer con una menor llegó al campamento en el que viven en una tienda de campaña, para darle un ejemplo a la niña de lo que es vivir afuera de casa.

Griselda y su hija Pau, son parte de los 12.000 damnificados por el terremoto que sacudió la capital, el más intenso desde 1985. Pasaron de tener un patrimonio y una vida a formar parte de una estadística integrada por el 20% de los afectados que todavía viven en las calles, según la organización que los agrupa.

Atrás quedó la solidaridad mostrada por los ciudadanos durante las primeros meses después de la tragedia, y la facilidad de los trámites para conseguir ayuda oficial. Esa sociedad que al principio los cobijo, ahora los ve como personas que no quieren trabajar, "como una molestia".

Las tiendas de campaña donadas por el gobierno de China.

Las dos viven con más de una veintena de familias en un campamento contiguo al Multifamiliar Tlalpan, donde tenían su apartamento que durante 15 años había pagado Gisela, ahora viven en una casa de campaña donada por el gobierno de China, porque todavía no son de los afortunados a los que le tocó casa de madera.

En su "casa", como le llaman, solo caben dos camas, que les fueron regaladas por amigos y familiares, un tocador, un poco de ropa y un televisor. Los baños improvisados los tienen que compartir con el resto de las personas que viven en el campamento, tomar una ducha diaria es un lujo, pues tienen que buscar algún lugar donde bañarse, en el comedor común se sigo sirviendo la comida tres veces al día, pero cada vez llega en menor cantidad.

"Los vecinos ahora los vemos que se pelean por una lata de atún", aseguró Gisela durante un recorrido que realizó Infobaepor el campamento.

Vivir a la vista de todos



Los más afortunados viven en pequeñas casas de madera.

Con el sismo perdieron su casa, su estabilidad emocional y también su privacidad, porque a pesar de que un policía vigila ocasionalmente la zona, todo el tiempo están expuestas a la llegada de curiosos a todas horas del día, que incluso quieren abrir la entrada de su casa de campaña.

"Hay gente que viene a morbosear (curiosear) y eso es una ofensa tremenda porque vienen a invadir la privacidad, no es un camping de domingo, porque vienen mucho los fines de semana, no es un campamento de dolor, resulta molesto que a cada rato esté viniendo gente porque yo no voy a sus casas a ver cómo viven", dijo Pau.

De los 10 edificios que integraban el multifamiliar sólo 3 no sufrieron daño, uno se derrumbó, y en el resto presentan importantes daños estructurales, pero aún así la gente decidió regresar bajo su propio riesgo.

Los damnificados reciben una ayuda por familia de 4.000 pesos mensuales, (USD 195,99), pero el precio promedio de un departamento compartido es de 5.300 pesos (USD 259,6) sin contar el pago de servicios.

Hay gente como Griselda, una maestra retirada, que por su edad ya no trabaja y tampoco cuenta con una pensión.

En el comedor hay cada vez menos alimento.

"Mucha gente decidió regresar porque no es fácil vivir en la calle después de haber vivido en tu departamento. Entre la gente que regresó a los departamentos hay muchas madres solteras, gente de la tercera edad. Algo que nos estaban pidiendo en la Comisión de Reconstrucción –encargada de distribuir la ayuda- un estudio socioeconómico para distribuir la ayuda, pero la verdad es que el sismo nos golpeó a todos por igual", expresó Marisol Arriaga, una de las representantes de la organización Damnificados Unidos, que integra a afectados de 15 de las 16 delegaciones (municipios) de la ciudad.

"Somos vulnerables porque estamos en la calle. Nos quieren dar créditos, pero por qué vamos a pagar por algo que ya pagamos, yo era dueña de mi casa", señaló otra de las vecinas del campamento.

Varios de los afectados aseguraron que no están pidiendo ampliación de sus departamentos, en el caso de los que están dañados, sino que se haga lo que se tenga que hacer para que sus casas sean seguras.

Don Roberto, quien asegura ya no acordarse su edad, vive en una de las casas de madera. Al igual que en la tienda de campaña de Gisela y su hija, el espacio es muy reducido y solo caben dos camas. En el día, aunque tenga la puerta abierta, el calor sofoca.

"Es duro estar sin casa, pero ahí vamos acostumbrándose a la situación", dijo, y con un tinte de humor aseguró que esta mejor sin pagar renta, pero aún tiene fresco en la memoria el recuerdo de ese día "todos tuvimos que salir, no es cierto que nos sacaron", dijo.


Con creatividad, los damnificados han intentado adaptar sus tiendas los mejor posible.

Los primeros pasos

Esta semana, la organización que agrupa a los damnificados logró que la Comisión para la Reconstrucción de la Ciudad de México aprobara un fideicomiso que garantice los recursos necesarios y suficientes para la reconstrucción y reparación de inmuebles afectados por el terremoto sin ningún tipo de endeudamiento para los afectados.

"Son buenos avances después de más de ocho meses. Ya vemos un claro de luz", expresó Marisol Arriaga.

De acuerdo con la publicación de la Gaceta Oficial de la ciudad, el fideicomiso, de al menos 2.000 millones de pesos (USD 97,9 millones) serán divididos en subcuentas por proyecto.

El edificio colapsado en el Multifamiliar de Tlalpan.

Los remanentes de recursos de las fotomultas (que se aplican a los automovilistas), así como los de donaciones de particulares, serán utilizados para aumentar los montos del fondo.

Para completar los dos 2.000 millones de pesos, la Asamblea Legislativa (el Congreso local) procesará una iniciativa para reorientar el presupuesto designado para otros rubros y etiquetarlos exclusivamente a la reconstrucción y reparación de viviendas

El Multifamiliar Tlalpan recibirá en breve –por parte de integrantes del gabinete del gobierno capitalino- el Certificado de Derechos de Reconstrucción para los Afectados (CEDRA) para el edificio 1C, donde vivían Griselda y Pau.

Según cifras oficiales, el terremoto de 7.1 grados, dejó en la capital 228 muertos, 5.765 viviendas dañadas, de las cuales 2 mil 273, casi el 40%, reportaron daño total y las 3. 492 restantes sufrieron daños parciales.

fuente.-

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