martes, 30 de enero de 2018

...y COMO COMBATIR a los DELINCUENTES con PLACA y LICENCIA para VIOLAR la LEY...la corrupcion viste infinitos uniformes.

La corrupción ha dejado cuerpos de seguridad integrados por “delincuentes con placa” y licencia para violar la ley.

Uno de los propósitos gubernamentales a lo que más recursos se le ha invertido en el país en la última década –por lo menos– es el de modernizar a las policías, tarea particularmente importante en lo que hace a los cuerpos municipales de seguridad, instituciones históricamente caracterizadas por la improvisación en la formación de sus miembros.
El problema, es relevante señalarlo, no es precisamente la improvisación sino su consecuencia más visible: la generalizada corrupción que ha caracterizado la actuación de los uniformados, misma que se ha traducido, literalmente, en que contemos con cuerpos de seguridad integrados por “delincuentes con placa” y licencia para violar la ley.
Esta característica justamente convirtió a nuestros cuerpos preventivos en espacios para que la delincuencia organizada penetrara las instituciones del Estado, y provocó la crisis de seguridad que vivimos en los últimos años y de la cual no terminamos de salir.
Por desgracia, según confirman los hechos, los mecanismos de control instrumentados para combatir el fenómeno han sido ineficaces en la tarea de erradicar los peores vicios de las policías, por ello los ciudadanos no podemos confiar aún en su actuación.
Un buen ejemplo de esta realidad es el reporte periodístico que publicamos en esta edición, relativo al arresto de cuatro elementos de la Policía Municipal de Saltillo, acusados de haber extorsionado a un padre de familia a quien habrían hecho víctima de un “secuestro express”, junto con sus tres hijos menores de edad.
Los hechos ocurridos el pasado 2 de diciembre retratan, presumiblemente, a cuatro elementos de la corporación policial de Saltillo en el peor escenario posible (desde la perspectiva de lo que los ciudadanos esperamos de aquellos, a quienes hemos confiado nuestra seguridad): el aprovechamiento inescrupuloso de su posición de poder.
Por fortuna, en este caso las presuntas víctimas reaccionaron de la única forma en que este tipo de excesos pueden ser combatidos eficazmente y eventualmente erradicados: denunciando lo ocurrido y poniendo en manos de las autoridades –responsables de investigar y perseguir los delitos– el castigo de la conducta de quienes les agredieron.
Lo que cabe esperar ahora no es solamente la realización de una investigación pulcra y la recreación de un juicio justo para los acusados, sino el análisis puntual de parte de las autoridades municipales de lo ocurrido en este caso.
Y con ello no debe entenderse sólo la investigación puntual de los hechos sino la evaluación del proceso de selección, ingreso y permanencia de los integrantes de la Policía Municipal, con el propósito de descubrir qué falló en el sistema, que permitió a estos malos elementos adquirir la posición que tuvieron.
Sólo si se realiza esta evaluación podrán corregirse los errores y lograr uno de los objetivos más importantes de cara al futuro: que ningún ciudadano vuelva a ubicarse en la posición de víctima del abuso policial. Porque sólo así podrá considerarse realmente que se ha hecho justicia.

fuente.-Editorial/
(Imagen/Internet)



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