sábado, 4 de marzo de 2017

GENERAL DICE "MILITARES se VOLVIERON ZETAS PORQUE GOBIERNO NO les PAGABA y OSIEL CARDENAS "SI"...y que la culpa la tiene el que los saco a las calles.


El general Fermín Hernández Montealegre hablaba sobre tráfico de armas en el país; presentaba gráficas, ofrecía datos, adelantaba encuentros con sus contrapartes de otros países para abordar el tema y ponderaba el papel de las fuerzas armadas en esta parte de la agenda de combate al crimen organizado.

En eso estaba cuando vino el momento de debatir en la mesa de análisis Tráfico de Armas, organizada por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE).

Narcotráfico, Tamaulipas, Cartel del Golfo, Zetas, Osiel. Las ideas comenzaron a llegar y redondearon una intervención fuera de agenda que se volvió revelación por los cuatro costados. Fuerzas Especiales, criminalización, miseria, militares, abandono, Zetas. El rompecabezas casi completo.

Con el general, otros dos especialistas en el tema del tráfico de armas – el Criminólogo Martín Gabriel Barrón, catedrático e investigador en ese instituto, y el Luis Esteban Islas, Jefe de la Unidad de Planeación, Prospectiva y Seguridad Privada de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) – profundizaban en el fenómeno.

El debate estaba planeado para darse en torno al tema de la mesa, pero la impronta de la discusión nacional para mantener a las tropas terrestres y navales encabezando el combate al crimen, encendió algo en el general y en unos instantes las reflexiones sobre el tráfico de armas se convirtieron en una lluvia de ideas alrededor del combate al narco.

Martín Barrón fue el primero en tocar el tema de las fuerzas armadas y su rol en materia de seguridad. Lo hizo al referirse a los aseguramientos de armas en todo el país por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y su disparidad al contrastar las cifras militares con otras estadísticas oficiales sobre el tema.

Pensar que las fuerzas armadas van a resolver el problema de la seguridad interior, es, por lo menos, arriesgado, dijo el investigador del INACIPE.

Esteban Islas tomó la palabra para explicar con mayor precisión lo ocurrido con la ley de seguridad interior, que ya estaba instalada en el ambiente del Auditorio Alfonso Quiroz Cuarón. Lo que piden las fuerzas armadas, dijo, “es certeza jurídica para hacer lo que hacen de manera subsidiaria”.

Si ustedes platican con un general, con un almirante se darán cuenta de que no quieren ser policías, porque no es su tarea, no es su papel; están de manera subsidiaria en este contexto que se vive hoy en México. Construir policías toma mucho tiempo y mucho dinero y no hay recetas mágicas para lograrlo de la noche a la mañana, reflexionaba Islas.

Para que estos escenarios no se repitan y para que se avance en este tema, es necesario que el tema de la seguridad pública se convierta en una política de Estado, agregaba Islas quien defendió la idea de que estamos viviendo una especie de segunda etapa, en la que se está hilando cada vez más fino, con la mira puesta no en tener más policías, sino en tener y formar mejores policías.

Tocó el turno del general Hernández. Vestido de civil y acompañado de seis militares de distintos grados, no resistió más y le entró al tema desde su cargo como director del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI).

Miren ustedes, comenzó, Colombia vivía lo que estanos viviendo hoy, lo vivió hace mucho tiempo; cuando se dio la muerte de un alto funcionario en ese país la gente se unió, los medios se unieron, los políticos se unieron para apoyar las decisiones que tomó el gobierno para enfrentar el problema que se vivía allá.

“Aquí en México ha habido muchas muertes, mucha gente querida ha muerto, mucha gente que, no quiero llamarlo así, daños colaterales, ha muerto en enfrentamientos de delincuentes contra las fuerzas públicas.

“Hago alusión a este tema de Colombia porque aquí en México nos falta, somos muy dados a victimizar a los delincuentes y a criminalizar a las fuerzas armadas. Muchos dicen que las fuerzas armadas tienen seis años, desde Calderón, de estar en las calles.

“Nosotros no tenemos seis años de estar en las calles, tenemos más de treinta años, más de cuarenta años en las calles; hemos estado en lugares como Metlatónoc, en el estado de Guerrero, en la montaña de Guerrero, donde está el municipio más pobre de todo México.

“Ahí han estado los soldados desde hace treinta años, en esas calles y así como en ese poblado en algunas otras zonas de Sinaloa, de Oaxaca, de Chihuahua y ahora que están diciendo reduzcan los efectivos de las calles, de esos lugares ¿también nos vamos a salir de esas calles, de esos poblados donde la única autoridad que hay es ese soldado conviviendo con un maestro o con un sacerdote?”

El general hizo una pausa y retomó las ideas recordando una reciente intervención suya en otro foro, en donde el tema era la divulgación de la seguridad nacional. Miren, repitió, “somos críticos de todo lo que hace nuestro gobierno y si me robaron el coche entonces el presidente tiene la culpa porque no pone la seguridad”.

Falta análisis, nos falta análisis para saber más a fondo y poder tomar decisiones, y les voy a mencionar algo para que vean que falta análisis, decía el general.

“Seguramente ustedes se acuerdan, ustedes recordarán a este famoso grupo de los Zetas, que eran soldados y se convirtieron en delincuentes. Todo mundo criminalizó a este grupo que eran elementos del Ejército, elementos de élite, pero ¿quién nos pidió que fueran ahí?

“En 1995 en la Secretaría de la Defensa Nacional, y eso porque no lo quiso hacer ninguna otra institución, se formó un ente de inteligencia antinarcóticos para atender la vertiente de los cárteles de las drogas, que entonces eran tres o cuatro importantes. Entonces se crea ese órgano de inteligencia y en el año 2000 amanecimos con seis cárteles de la droga aquí y allá.

“¿Es culpa del ejército? ¿Es culpa de las fuerzas que al estar desplegadas haya cada vez más aseguramientos? Imagínense cómo estaríamos si no hubiera despliegue. Cada uno de ustedes sería una estadística de asalto, de crimen, de robo, de asesinato, de… etcétera”.

La crítica debería ser más bien, cómo estaríamos ahora si no hubiera militares desplegados en el país, y no estar señalando que hay más violencia porque hay tropas en las calles, corregía el general.

Termino de contarles la parte de los Zetas, decía el general Hernández. “Como en ese tiempo el diagnostico que dio alguien indicaba que el noventa por ciento de la policía estaba rebasada o coludida con el narcotráfico, hay que meter a los soldados; a ver, secretario de la Defensa Nacional, ¿qué soldados tienes para atender este problema?”

Y se fue ese grupo de soldados que llevaba cursos básicos de fuerzas especiales, no eran especialistas, no eran policías, no eran abogados, no sabían de leyes. Ellos solo sabían usar armas, porque para eso se les adiestró. Y se les puso en manos los agentes del Ministerio Público, que fueron los que los utilizaron para corromperse, relataba el general.

“El Estado mexicano tardó más de ocho meses en darles su primer sueldo a esos soldados ¿de dónde creen que vivían?, ¿quién los ayudó?”, preguntaba el director del CENAPI quien recordó que en aquellos primeros años de violencia en Tamaulipas detuvieron a uno de los Zetas originales.

Interrogado en cuarteles militares, aquel Zeta les confesó que en alguna ocasión tuvo un accidente con una camioneta de la delegación de la PGR y la chocó contra una estación de gasolina. La reparación costaba no menos de 30 mil pesos. Sin embargo, la PGR le dio la espalda al soldado, le negó apoyo.

“El único que me apoyó fue Osiel Cárdenas: el pagó lo que yo bebía, el, pagó lo que había en el hotel, él me dio dinero para que lo mandara a mis hijos que tenía yo seis siete meses que no les mandaba nada…”

No los estoy justificando, sin embargo ¿en dónde está ese análisis?, explicaba el general para precisar de inmediato que “las fuerzas armadas no están pidiendo salir a las calles”.

El general Fermín Hernández añadía ante un auditorio expectante, que si bien existe desde el 2005 una Ley de Seguridad Nacional, esta “es un remedo de ley”.

Si la han leído, ¿Qué tiene de ley y que tiene para prevenir la seguridad nacional?, ¿Y así va a salir una ley de seguridad interior?, cerraba el militar en el debate ante el silencio de los asistentes.

Fuente.-Jorge Medellín
@JorgeMedellin95

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