domingo, 11 de diciembre de 2016

LA "MATAZON del EJIDO COLOMBIA LAND",TIROS de GRACIA a 20 PRESUNTOS SICARIOS...y sigue la cancelación de castigos.


Mientras el gobernador Miguel Ángel Yunes festejaba su 64 cumpleaños en la Sierra de la Zongolica, en el ejido de Colombia Land, municipio de Jesús Carranza, un grupo de soldados, marinos, elementos de la Policía Federal, la Fuerza Civil y agentes municipales ejecutaron a 20 presuntos sicarios del Cártel de Sinaloa. 
La paz se quebró en ese entorno, cuyos pobladores temen que el operativo sólo sea un show mediático del gobierno federal para apoyar al nuevo mandatario.

SUCHILAPAN, JESÚS CARRANZA, VER.– Durante la primera semana de gobierno de Miguel Ángel Yunes –quien el lunes 5 celebró su cumpleaños 64 en la Sierra de Zongolica– se desató la violencia en un predio de Colombia Land que perteneció al ya fallecido exgobernador Fernando López Arias.
En sólo tres días, policías municipales, así como miembros de la Fuerza Civil, soldados y marinos abatieron a 20 presuntos sicarios, entre ellos algunos oriundos de Nuevo León. En la refriega cayó también una expolicía bancaria. Varios de los cuerpos, que permanecen en las planchas del Servicio Médico Forense de Cosoleacaque y en el barrio Tamarindo de Acayucan para su identificación, tenían el tiro de gracia.
Según los pobladores y caporales de este municipio de 35 mil habitantes, varios de los sicarios abatidos presuntamente pertenecían a la banda de Los Kings Ranch, una escisión de La Familia Michoacana.
Sus integrantes se dedican lo mismo al tráfico de cocaína en los estómagos de ganado cebú –que trasladan en jaulas metálicas– que a la siembra de mariguana en las regiones inhóspitas de los límites de Veracruz con Oaxaca y Chiapas, donde por lo general no hay vigilancia policiaca, comentan los lugareños.
Sin embargo, personal de las oficinas de la Fiscalía General del Estado  (FGE) en Coatzacoalcos y Acayucan insiste en que se trata de sicarios del Cártel de Sinaloa cuyas edades van de los 25 a los 32 años. Ellos son los que operan en la zona y por lo general tienen tatuado el cuerpo con imágenes de La Santa Muerte o con la leyenda “Orgullo mexicano”.
La masacre ocurrió el sábado 3, dice uno de los empleados de la FGE que pide omitir su nombre. Según él, los presuntos delincuentes intentaron rescatar un cargamento de cocaína incautado por militares la noche del viernes 2, pero no calcularon el voluminoso convoy de seguridad o eligieron mal su trayecto, y fueron avistados por fuerzas federales.
Agrega: “Una revisión en el forense da cuenta que todos tenían el corte de pelo tipo militar y vestían una especie de uniforme negro para camuflarse en la noche”.
Los enfrentamientos
Entre el sábado 3 y el lunes 5 hubo otros enfrentamientos. La Secretaría de Gobernación, encabezada por Miguel Ángel Osorio Chong, cercano a Yunes Linares, envió la artillería pesada a la sureña región selvática del Uxpanapa, a 416 kilómetros de Xalapa.
El miércoles 7, una aeronave de la Secretaría de Marina, un helicóptero de la Fuerza Civil Pumita y otro de la Policía Federal comenzaron a sobrevolar la zona. Por tierra llegaron 100 soldados procedentes de la 30 Zona Militar destacados en Tabasco, y de Minatitlán, así como 60 marinos, divididos en dos secciones, y medio centenar de policías federales, quienes instalaron varios retenes.
El despliegue obedeció a que cerca de 30 presuntos delincuentes huyeron hacia la selva de Colombia Land y al río Jaltepec, donde abordaron una embarcación, comenta un funcionario municipal.
En el retén de Sayula de Alemán, conocido paradero de traileros, un convoy de policías federales incluye una unidad de rayos gamma que detecta el “espesor” de los vehículos y si tienen doble fondo o están blindados.
Antes, Sayula era estratégico para el tráfico, secuestro y extorsión de migrantes centroamericanos, pues se encuentra a sólo 20 minutos del punto conocido como Medias Aguas, lugar temido por los migrantes centroamericanos que se trasladan en La Bestia en su viaje hacia territorio estadunidense.
En el Congreso local, el coordinador de la bancada priista, Fernando Kuri, declaró: “Es preocupante lo que está pasando en el sur, pero que ya pasó en la cuenca y en otros puntos. Hay que ser preventivos y no correctivos. Hemos solicitado retenes de manera constante y no sólo ahora”.
Lamentó que esa medida “sea temporal”. Cuando se vayan las fuerzas federales, los 15 municipios de la región quedarán desprotegidos de nueva cuenta, dijo el legislador.
Todo empezó en la Casa Blanca
El desmantelamiento de un laboratorio donde se procesaba cocaína y el descubrimiento de un tractocamión en la comunidad de Casa Blanca desataron el primer enfrentamiento del sábado 3 con las Fuerzas Armadas.
En saldo inicial fue de tres presuntos sicarios muertos oriundos de Nuevo León, así como dos detenidos: Israel Cárdenas Jiménez, de 32 años, y Feliciano Partida Hernández, de 24, de Tepic, Nayarit. Ambos se negaron a declarar, por lo que fueron trasladados vía aérea a las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada en la Ciudad de México.
Al día siguiente fueron abatidas otras tres personas, entre ellos Ericka Vidal, de 42 años, exelemento del Instituto de Policía Auxiliar Interbancaria y originaria de Coatzintla. Su madre identificó el cuerpo y refirió que Ericka sólo le dijo que se iba al puerto a buscar empleo.
El lunes 5 comenzó el terror para los vecinos de las comunidades El Tesoro, La Guadalupe y Monte Blanco. Ese día vieron el desfile de vehículos –Suburban, Xtrail, Nitro, Yukon y jeeps, algunos de ellos blindados– por la carretera transístmica.
En El Tesoro, narran sus pobladores, 14 sicarios detuvieron sus unidades en una modesta tienda de abarrotes; iban armados con cuernos de chivo. Pidieron a una señora de avanzada edad que se arrinconara mientras tomaban agua, botellas de cerveza, latas de atún, comida chatarra, frutas y otros comestibles.
“Agarren en chinga, que nos vienen pisando los talones”, dijo uno de ellos a sus compañeros. Llevaba su AK-47 colgado en la espalda. Al salir, sacó un fajo de billetes y pagó 2 mil pesos a la propietaria del negocio.
“En Las Perlas, Coapí y Pluma Blanca –pequeñas aldeas de Colombia Land– los militares se los quebraron”, narra un peón de la zona. Quienes viven  río abajo escucharon las detonaciones.
Un vecino asegura que varios lograron huir entre la maleza, otro dice que le robaron una lancha, la cual apareció al otro lado del río.
En las faldas de Colombia Land, policías ministeriales de la FGE aseguraron seis camionetas de lujo con placas de Guerrero y el Estado de México; también una Barret 50 mm que, según elementos de la SSP, nunca fue disparada.
El viernes 9, los uniformados federales y estatales continuaban patrullando las 2 mil hectáreas de Colombia Land.
El martes 6, desde la cochera del palacio de Gobierno, Yunes declaró: “Hay que tener muy preciso el dato. Los civiles no han sido de ninguna manera afectados por dichas circunstancias. El enfrentamiento se dio en una zona aislada de Veracruz, donde no había población civil. No hay un solo civil afectado.
“Con toda precisión lo digo: no vamos a mentirle a los ciudadanos, no vamos a decir que en Veracruz solamente se roban frutsis y pingüinos”, expresó Yunes en una paráfrasis irónica de lo que alguna vez dijo el exgobernador Javier Duarte sobre la actividad delictiva en la entidad.
Las tierras de López Arias
Fernando López Arias, gobernador de Veracruz en la década de los sesenta, era nativo de Suchilapan. Ahí tenía más de 2 mil hectáreas. Al morir, en julio de 1978, las feraces tierras quedaron en poder de su hijo, Fernando López Arias Valenzuela, quien vendió la propiedad.
Sus nuevos dueños fraccionaron el terreno, en el cual pueden verse hoy pequeñas comunidades y decenas de ranchos donde hay cebúes, vacas y caprinos que se refrescan en pequeños espejos de agua. En uno de ellos ocurrió la balacera, muy cerca de donde López Arias tenía su casa campestre.
Los sicarios llegaron desde hace una década a ese entorno –Jesús Carranza tiene 80 comunidades. Eran los mejores clientes de los depósitos de cerveza que abundan en la localidad, dicen los pobladores.
Para algunos de ellos, el operativo de marinos, militares y policías federales sólo es un show para legitimar al nuevo gobierno de Yunes Linares.
“La siembra y trasiego de drogas por esta región no va a terminar”, comenta un empleado municipal. Sostiene que para el trasiego de estupefacientes hay una ruta paralela a la carretera transístmica de Palomares y Donaji (Oaxaca), y Raudales y Chicoasén (Chiapas).
En las brechas que bordean Colombia Land y el ejido Suchilapan pueden avistarse carriles clandestinos para carreras de caballos y el entrenamiento de estos animales. Ahí, la gente ve los negocios ilícitos como algo normal; es el caso de la venta de combustible ordeñado ilegalmente de ductos de Pemex por células delincuenciales.
Hace dos semanas, cuando los habitantes de Jesús Carranza y municipios aledaños celebraron la feria del pueblo en honor a la virgen de Santa Lucrecia, no hubo ningún incidente. Pero el día de la balacera la paz se rompió.
La iglesia permaneció cerrada, las escuelas primarias, la secundaria y el Instituto Tecnológico desalojaron a los alumnos a partir del martes 6, dice un maestro.
El alcalde Gilberto Guillén Serrano, quien ocupa el cargo por tercera vez, pidió a la población permanecer en sus casas mientras las cosas se calman, pues él no tiene nada que hacer ante los hechos que, aclara, “son competencia federal”.
En Jesús Carranza, quien no encontró bonanza en la ganadería se fue a Estados Unidos, donde le fue bien. Hoy, dice uno de los lugareños, “la mitad de las casas que se están construyendo o recién fueron terminadas están hechas con dinero gringo”.
La presencia de soldados, marinos y policías federales y de la Fuerza Civil “reactivó” la economía local, comentan varios de los entrevistados. Asentados en el Polideportivo, en el Salón de Usos Múltiples y en una cancha deportiva, suelen comer en pequeñas fonditas y surtirse de víveres en las tiendas de abarrotes tres veces al día.
En vísperas de la conmemoración de la guadalupana, los habitantes se muestran preocupados porque, dicen, la peregrinación anual que por lo general convoca a un centenar de personas tenía sólo a una docena el viernes 9.
“Si Dios quiere, la tranquilidad regresará el año entrante”, comenta uno de ellos al reportero.
Fuente.-

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