martes, 26 de mayo de 2015

De "JUNIORS" a SECUESTRADORES...jovenes con "buena" posición social y pésima "moral".


La música y el baile de decenas dejovencitos clasemedierosde Xalapa fueron interrumpidos de manera brusca por una detonación. Nadie dijo nada, sólo se tiraron al suelo. Ninguno de los adolescentes se atrevió a reclamar la broma de mal gusto: un disparo que rebotó en el suelo de la residencia de una de las familias más adineradas de laCapital del Estado de Veracruz.
El suceso fue hace dos años, en el 2013. Todos callaron, hasta hace poco, por temor a represalias. No era para menos. Los protagonistas del altercado fue un grupo de juniors autodenominado “el narcoclán”, compuesto por menores de edad dedicados al secuestro. El terror que causaban entre los chavos de clase media y alta de la ciudad, era grave. Ese día, dispararon para avisar que ya se iban del lugar, porque estaban aburridos.
Los líderes eran tres muchachos, que en ese entonces tenían 15 años, destacados deportistas, buenos jugadores de soccer y americano; conocidos desde la infancia por un amplio sector de familias adineradas de ese municipio, cercanía que les sirvió para seleccionar a sus víctimas. 
En febrero de este 2015, la Procuraduría de Justicia del Estado de Puebla confirmó el asesinato del estudiante de bachillerato, del Tecnológico de Monterrey, en esa entidad, Sebastián Préstamo Rivera, secuestrado en territorio poblano pero encontrado sin vida, dentro de su vehículo, en territorio veracruzano. 
Los autores del crimen eran los líderes del “narcoclán”: Edson AldairHernández Sangabriel, Rafael Barradas Hernández, ambos primos y detenidos por la Fiscalía de Justicia de Veracruz, y Ray Sebastián  Gómez Garrido, quien está prófugo de la justicia, todos de 17 años, quienes viajaron hasta la entidad vecina para perpetrar el homicidio. 
Sin embargo, el historial delictivo de ese trío no se remonta al asesinato, a puñaladas, del joven poblano, a quien secuestraron para pedir un rescate a la familia de 15 millones de pesos. Desde niños, los infractores y otro grupo de muchachos, estaban dedicados a todo tipo de tropelías como la venta de drogas al menudeo.
LA SILLA ROTA recabó testimonios de compañeros de que convivieron con estos jóvenes. 
Uno de ellos, quien pidió el anonimato por seguridad, era compañero de Edson, cuando jugó soccer en el equipo de Delfines de Xalapa. Incluso él estaba en la fiesta cuando dispararon “por puro gusto”, al piso de la casa, en un fraccionamiento exclusivo.
“A dos de ellos los conocí jugando futbol en un equipo que se llamaba Delfines, y a otro lo conocí jugando futbol americano. Los conocía cuando éramos relativamente pequeños, no había tanta diferencia pero dos de ellos (Edson y Sebastián), los que jugaban soccer, se veían de una mejor posición económica (…) Rafael, el otro muchacho, desde que yo lo conocí, porque teníamos un poco más lazos entre familiares, el chavo venia de una familia humilde, no se veía una persona adinerada”.
Sin embargo, el trío comenzó a cambiar su forma de ser y de comportarse cuando ingresaron a estudiar el bachillerato, en uno de los institutos educativos más exclusivos de la Capital de Veracruz.
“Sus nuevos amigos eran más conocidos por ser juniors y empezaron a cambiar aptitudes, de alguna manera, pues externamente lo notábamos. Se empezaba a notar un poco más el cambio de estatus social, los veías mucho llegar en camionetas, con guaruras, porque otros mismos chavos traían guaruras, el problema viene cuando entre ellos mismos se empezaba a platicar que ya traían pistola, que unos de sus guaruras le había dado un arma que tenía, y ahí se empezó a hacer un poco más pesado el ambiente, se empezaron a portar pesados”, contó el testigo. 
La fama del “narcoclán” se expandió de inmediato por Xalapa. Adolecentes y estudiantes de escuelas particulares sabían quiénes eran ellos y lo que hacían, sin embargo, la autoridad nunca intervino hasta el día que consumaron el asesinato de Sebastián Préstamo, quien tuvo la mala suerte de ser compañero de clases de Edson Aldair, quien había emigrado a Puebla para acabar el bachillerato. 
“Entre cinco y ocho personas eran los que conformaban el grupito de chavos, entre los que estaban Sebastián y Rafael, Edson, se empezaron a decir así mismos el ‘narcoclán’, ese era su nombre. Ahí fue cuando ya se empezó a ver un poco más de sus aptitudes, cómo se comportaban y se empezaba a entender muchas cosas. Hasta cierto punto, lo que pasó con este chavo; cuando agarraron a Edson, a Rafa, no fue tanto una sorpresa porque entre nosotros sabíamos cómo estaba la situación, porque entendíamos y sabíamos cómo se venían desarrollando las cosas”. 
Hasta ahora, la Fiscalía de Justicia del Estado de Veracruz sólo procesa a los detenidos por la muerte de Sebastián Préstamo, muerto a puñaladas por Rafael Barradas Hernández debido a que reconoció a Edson, quien estudiaba la preparatoria también en el Tecnológico de Monterrey. Sin embargo, versiones extraoficiales aseguran que tienen otros procesos abiertos, también, por secuestro en contra de familiares de ex compañeros de escuela. 
No es el primer caso 
En los últimos cuatro años, incrementó la participación de estudiantes, de buena posición económica, en el delito de secuestro. La Fiscalía del Estado de Veracruz no reportó ningún caso de esa índole durante todo el 2012. Sin embargo, en el 2013 hubo tres casos de jóvenes estudiantes de escuelas privadas detenidos por ese delito; en el 2014 uno y hasta marzo de 2015, cinco. 
La historia de bandas delictivas, lideradas por hijos de millonarios veracruzanos, se remonta al 2001, cuando “los porkys”, compuestos por familiares de políticos, del entonces gobernadorMiguel Alemán Velasco, dieron muerte a un jovencito afuera de un salón de fiestas de Xalapa.
Sobre esa pandilla ya pesaban varios delitos y por mucho tiempo fueron intocables gracias a la cercanía de sus padres con la cúpula del poder. El último detenido por ese homicidio se dio hasta diciembre del 2008, cuando algunos, apresados horas después del crimen, ya habían salido libres.
El último caso, de esa índole, se dio en abril de este 2015, en la ciudad de Veracruz. Un grupo de estudiantes secuestró y asesinó a Fernando Oscar Sandoval Todd, de 27 años de edad, originario del sur del estado quien cursaba una maestría en la Escuela Náutica Naval “Fernando Silíceo”, del Puerto Jarocho. 
El muchacho era hijo de Alicia Todd, ex presidenta de la Barra de Abogados de Coatzacoalcos y también directora de la Administración Portuaria Integral de esa localidad. 
Entre los responsable de la muerte del muchacho están Lucio Esteban Murillo Sibaja de 52 años,  Fernando Navarro Méndez de 25 años y Cristián Guadalupe Arias González, de 27 años, transexual, quien se hace llamar “Cristal”. Además de Carlos Arturo Ventura Cano de 25 años.
También Ernesto de Jesús Cerón Córdoba de 24 años, Fernando Alpízar Hernández con 23 y Héctor López Navarro de 22, quienes eran amigos y ex compañeros de escuela de su víctima, en uno de las instituciones educativas más costosas del sur de la entidad. Ellos todavía no aparecen en las estadísticas oficiales de la Fiscalía del Estado de Veracruz como “Juniors delincuentes”. 
Aunque los secuestradores conocían desde hace años a Sandoval Todd no tuvieron compasión, la forma en que lo mataron aterrorizó a los habitantes de la zona conurbada de Veracruz pues murió debido a que le quebraron su columna vertebral, al parecer, tras torturarlo, lo que derivó en un traumatismo raquimedular con luxación en primera y segunda vértebra. 
Violencia generada por abandono de los padres 
El psicoanalista e investigador de la Faculta de Psicología de la Universidad Veracruzana (UV)Juan Capetillo Hernández, consideró que la falta de atención de los padres de familia han generado la violencia que prevalece en el país, en la actualidad. 
El experto opinó que la delincuencia juvenil, en todos los estatus sociales, proviene de un olvido de los progenitores por educar e implantar valores a los jóvenes. 
“Se puede pensar que es una prosecución de funciones agresivas muy temprana, es decir, todos tenemos estas funciones agresivas pero éstas tienen que ser limitadas por la educación y queremos pensar que en estos casos no hubo límites.
“El niño siguió en una etapa primera de crueldad, de goce, de disfrute, sobre esa crueldad, porque eso está presente sobre sujetos sádicos que atentan contra otro”, dijo.

Fuente.-LaSillaRota

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